jueves, 16 de septiembre de 2010

Se cruzaron muchas veces sin recordar haberse visto. Sus ojos no estaban destinados a cruzarse, en una ocasión hasta se tropezaron, perdona. No, no pasa nada. Sonrieron. No se vieron.

Ella era trapecista. El circo le gustaba mucho aunque ya empezaba a cansarse. Tanta energía, tanta carretera, tanto ejercicio, tanto esfuerzo y no tenía casa. Su casa era el suelo que pisaba, no tenía hogar.
Era una chica maravillosa, guapa, simpática, dicharachera, de lágrima fácil.
Creía en el amor.

Él era camionero, llevaba catorce mudanzas en el cuerpo. Catorce hogares. Un luchador, un guerrero. Un loco. No le tenía miedo a nada, duro como las piedras. Siempre en la carretera, siempre moviéndose. Creía en el amor.

La vida, la vida no les había tratado bien. Pero ambos compartían ilusión, porque hay gente que se desgasta con el tiempo, que se desgasta y deja de ser persona. Pasa el tiempo y van poniéndose máscaras, máscaras falsas y feas que sirven para seguir andando. Pierden la fe.
Ambos tenían una sonrisa encantadora para una vida tan díficil.

Me lo contaron, me contaron que estas dos personas, Macarías y Mariela, nunca se cruzaron.

Vivieron, malvivieron. Siempre creyendo que todo íba a salir bien. Pero era otro polvo. Otro intento. Otra promesa incumplida. Otra ilusión no cumplida, otra esperanza vana. Otro fracaso para ser feliz.

Y estaban tan cerca !, tan cerca y tan lejos.


Se hubieran follado toda la vida. Fóllame toda la vida....


Fueron amantes en otra vida pero no se volvieron a reencontrar nunca más. En una vida pasada. En una tribu lejana en el tiempo, donde ambos cazaban y eran salvajes, vivían en una pequeña aldea, les encantaba cazar juntos.

Murieron el mismo día, un 3 de Marzo.

Él se reencarnó en flor, y tuvo una vida corta y feliz. Desde su sendero divisaba el mar, quizás le hubiera gustado reencarnarse en pájaro. Pero no pudo elegir. Pero igual fue feliz, en su nueva vida. Le hacía falta poco para ser feliz, porque una máscara pasó sin querer a la nueva vida, fue un error de los dioses del destino.

A Mariela se le perdió el rastro. Dicen que, quizás, no se reencarnó. Otro error.

Las oportunidades son como los amaneceres.




"Bus junelo a purí golí e men arate
sos guillabela duquelando
palal gres e berrochí,
prejenelo a Undebé sos bué men orchí callí
ta andiar diñelo andoba suetí
rujis pre alangarí."



(Cuando escucho la vieja voz de mi sangre
que canta y llora recordando
pasados siglos de horror,
siento a Dios que perfuma mi alma
y en el mundo voy sembrando
rosas en vez de dolor.)


-Abuela, esta historia no me gusta.
- Chiquitita, qué sensible eres, te pareces a tu abuelo.
- Es que es muy triste...siempre me cuentas historias tristes.
- La vida es más triste todavía, la vida real. Hay gente que nunca llega a conocer el amor. Cuando te besen por primera vez te empezarás a dar cuenta de lo que te estoy diciendo, si el chico te gusta mucho.
- ¿Y por qué la gente deja escapar el amor?
- Malinterpretan lo que sienten. No se dejan llevar. Porque lo único que se puede interpretar bien son los hechos. El amor es tangible, es físico, es voluble y debe ser infalible. Ojalá te enamores.
- Abuela, no sé si quiero.

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