Tele.
Un esguince, una señora.
Me imagino que no seré la única que ante situaciones verdaderamente trágicas siente sus penas (que no son penas) , miserias, preocupaciones completamente ridículas.
Llevo dos días, enteros, con todas sus horas y minutos quejándome de dolor pues, cosas del oficio, sufro de un esguince cervical. Y esta mujer me recuerda que soy una niñata. Desde la tele.
Cuarenta años de represión. Vivió la guerra civil y la posguerra. Vivió la vergüenza, el hambre. Y lo cuenta. Lo recita. Lloró de alegría cuando la tumba tocó tierra.
Y sólo dice :yo , roja? quizás, si eso significa vivir en las esquinas mientras tú vives en la plaza.
Francisca Adame. A tus pies.
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