viernes, 6 de marzo de 2009

Una lágrima

Y otra. Y otra. Así caían las lágrimas por mi rostro sin aparente esfuerzo.
Y fue en mi cumpleaños, ayer. Y fue porque me acordé de ella. Y fue porque lo sentí triste. Y fue
porque estaba terriblemente cansada. Y tonta, claro. Tontísima.
Hoy me he levantado mucho mejor y he visto por primera vez a la portavoz del pp sin pintar, sin peinar y sin ironizar , todo un hallazgo. Mi tía me solía dar un consejo. Cuando estés triste mira a tu alrededor.
Fue durante un paseo. Se tiró toda la calle diciéndome ahí van a abrir un bar, mira esta tienda la han cerrado. Esta chica va tarde a su cita. Me animaba a involucrarme en el mundo exterior para olvidar mi triste y negra pena (y absurda pero real, la depresión no entendiende de lógica, no entiende de motivos, llega y te jode, sin explicaciones).
Es eso precisamente lo que estoy logrando hacer hoy. Mirando. Alrededor. Porque no viene bien mirar hoy hacia dentro. Otro día. Otro día más lágrimas. Hoy no, no me da la gana.
Qué casualidad, se me acaban de saltar las lágrimas.

3 comentarios:

David Campos dijo...

yo también lloro a veces, y así, también a veces, en mi delirio, me pongo por encima de esos insensibles que sólo son capaces de llorar por un bocata o por un coche estropeado.
creo en las lágrimas y no en toda esa gente fría y calculadora.
Un beso

bettyylavida dijo...

Hola David. Gracias. Pero me refería más bien a ver. Ya sabes que en la miseria tiende uno más bien a observarse a sí mismo, una y otra vez, de una manera enfermiza además. Pero si abres los ojos ya el esfuerzo en sí merece la pena, porque ya no estás mirando hacia tí y además en esa distracción podríamos llamarla te das cuenta de algo tan importante como de que no estás sólo, ni sólo lloras, ni sólo ríes y además ver cambios en tu entorno ayuda a creerte que tú, que la pena, el delirio, el problema puede cambiar, y es un alivio. Un alivio pensar que hoy y mañana, al menos en tu entorno, no serán igual.
Otro beso

David Campos dijo...

también de acuerdo