viernes, 8 de octubre de 2010

Vuelve la poesía en la fiebre, en la duda, en el no eterno,
no insinúes que no te enseñé el mar y este no te convenció,
no insinúes que esta mujer te pidió algo que no fuera carne y tontería,
no que la rabia y la ira me arrastrará al desconcierto
y el caos en el que debo andar quizás se vuelva orden,
quizás la justicia sea negra y gris pero quizás sea el presente justo,
justo.
Justo y monótono, justo y sucesivamente inútil.
Que esta mujer no puede seguir llenándose de lágrimas,
que se agria y ella solo quiere gozar
y su piel se quema con la sal,
y su alma se pierde en la espera.

Y ahora no sé dónde estoy.

El mar debe estar cerca.

Y desde muy lejos, lejos de tí, lejos de mí, nada está bien.




Y el adiós llegó.

La sonrisa no será posible. Ahora solo vacío y desesperanza, cuando nunca hubo una posibilidad. Yo creía que iba a ser feliz contigo.

Aquí abajo no se ve el sol.

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