martes, 10 de abril de 2007

A veces me pasa.

Me encanta terminar un libro de un tirón, tragarme como esta tarde ciento treinta páginas, devorarme un libro. "El abánico de seda", de Lisa See no empezó gustándome, me parecía muy fuerte que la escritora le dedicara tanto tiempo al vendaje de los pies, por ej, y de hecho lo dejé de leer, pero hace poco lo retomé y empezó a engancharme. Leer tantas páginas de una vez es como ver una película sin interrupciones, no sé si a vosotros os pasa pero cuando retomas un libro a veces tienes que hojear un poco hacia atrás para situarte. En fin, que como me pasa con todos los libros chulos que termino de leer lo mantengo entre mis manos, y me quedo unos segundos mirándolo, contenta y satisfecha, de haberlo disfrutado y haberlo descubierto. No sé qué haría si no existiera la literatura porque ni la música ni el cine me hacen disfrutar tanto como un buen libro, jamás de los jamases.

2 comentarios:

Juan Pablo dijo...

Es interesante que conserves esa pasión por las hojas y la tinta. En ésta pantalla multicolor está casi todo lo que existe impreso pero, claro, no es igual...
Estoy contigo, es otro placer. El mejor.
Saludos.

Ana dijo...

Sí.
Acabar un buen libro te proporciona el placer de haberlo disfrutado y la pena de que se acabe.
También me quedo mirándolo y sonriendo... leer es el gran placer no carnal.
Y mejor en papel que en pantalla, totalmente de acuerdo.
Un beso, guapa, y felicidades... de diez libros que te lees, merece la pena uno, cada día es más complicado.