jueves, 4 de junio de 2009

Adiós.

Fuistes necesario en su momento, imprescindible en mi vida.

Era un momento donde mi mente giraba y el alma se escabullía de mi pecho. El aire no me llegaba al corazón, tú estabas ahí.
Yo veía fantasmas, burbujas, tú estabas ahí para impedirlo. Siempre ahí.

Todas las noches me consolabas, me mecías, me calmabas, me dormías.

Me tachabas de necia soñadora. Tú estabas ahí para recordarme que eran inciertos mis sueños de ojos abiertos, sueños imposibles.

Me cogías de la mano cuando yo quería dibujar mi pena amarga, me impedías la exactitud.

Me cegastes tantas veces en el día, me cegastes tantas veces en la noche.

Ha llegado el momento de decirte adiós aunque nunca imaginé que podría.

Adiós Seroquel.