lunes, 11 de junio de 2012

Sentía su piel. Sentía su piel y su cuerpo. Un cuerpo extraño, sin olor, sin memoria, sin recuerdo, sin apenas calor. Aunque él me abrazaba.

Los ojos abiertos, me fingía dormida. Su mano sobre mi vientre.

Yo en completa soledad.

Cerré los ojos y me dormí. Un dragón, un dragón me crucé en un camino tortuoso por el que paseaba, por pasear, con desidia, aburrida, harta, cansada, triste.

El dragón bajó del cielo, pues por supuesto volaba, y me preguntó qué me ocurría.

Porque ya sabes que tu mayor maestro será quien te cruce el mundo en el corazón. Que tiendes a exagerar. Que si, que si, que si....

Palabras, palabras,palabras. Consejos. Amor. Amor. Amor. Pero. Me decía el dragón pero.

Pero, sin tiempo, esas palabras,aunque se necesitan, no se comprenden, no se creen, son anhelo, ilusión. Un sueño. Un sueño dejar de sufrir, pero no todavía, no todavía.

Cada vez menos. Cada vez menos. Cada vez mejor. Tan lento que casi te asombras con tu propia carcajada.

Llévame a volar, le dije al dragón. Que hace mucho tiempo que no toco el cielo, que ya, ya no me acuerdo.

Llévame a volar.

No puedo. No quiero. Me dijo el dragón. Estoy enfadado. Porque no comprendes nada. Perdóname. Me dijo el dragón. Perdóname, que te arrasé con todo mi veneno, pero ese veneno iba a acabar conmigo. Eras tú o yo.

Pues muere, la dije al dragón, reconociéndolo de repente . Muere de una puta vez. Y resucita.

Resucita y hazme el amor. No tardes mucho.

Apenas fueron unos segundos los que estuve dormida, soñando. Me aferré a la mano que cubría mi vientre. Piel. Piel, piel, piel.



domingo, 10 de junio de 2012

En mi casa


Un Romero. Que se vaya, que se vaya lo malo, y entre lo bueno.